Al filo del agua
La época estival, es antagónica por excelencia, por un lado, la aparente solución económica de una región flaca en oportunidades laborales y por el otro, la evidencia palpable de un territorio que ya no puede seguir sosteniendo la demanda de una afluencia descontrolada que ultima las capacidades de la cuenca hídrica del Río Ycho Cruz/San Antonio.
Tal es la agonía de nuestro río, que se hace cada vez más difícil garantizar el servicio de agua a todos los hogares de la región.
Durante mucho tiempo las soluciones dadas al problema se han concentrado en la puesta de nuevos acueductos troncales, mayor red en las localidades y su consecuente necesidad de hacer llegar el servicio de agua potable a mayor población, dejando para después consideraciones importantes, como el saneamiento de las aguas servidas o residuales o el cuidado de las áreas donde se capta este líquido. Estos últimos dos aspectos apenas empiezan a formar parte de las agendas gubernamentales. Para cubrir la demanda creciente de agua se ha recurrido a la tecnología; es decir, a la construcción de infraestructura para traer el agua, afectando su disponibilidad en otras regiones, cerrando los ojos a la elemental evidencia de que la disponibilidad de agua en calidad y cantidad es finita, por lo que sí importa desde donde se extrae.
Como muchas regiones en expansión, el sur de Punilla, ya excedió la capacidad de carga de sus fuentes de agua ubicadas dentro de su territorio, y municipios como Villa Carlos Paz consigue sus fuentes cada vez más lejanas. De este modo se ocasionan impactos a los ecosistemas, así como a la economía y la vida local en áreas periféricas, originando tensiones entre distintos sectores que se benefician de los servicios ambientales hídricos proporcionados y la población rural y periférica asentada en las áreas donde se infiltra y capta el agua. Las tensiones han sido ignoradas hasta donde ha sido posible, y cuando no, han sido atendidas mediante acuerdos puntuales que no abordan el problema de fondo, y que subordinan derechos esenciales para el desarrollo de la vida de las comunidades posponiendo y perpetuando este conflicto en detrimento de los valores ecosistémicos, sociales y culturales.
⸘La falta de inversiones en infraestructura es el problema?
Para valorar la cuenca hídrica, es hora de plantearse el crecimiento demográfico actual y la gestión de los territorios, el ya conocido ordenamiento territorial, que es ni más ni menos que definir estrategias en pos de la expansión de la mancha urbana teniendo en cuenta los recursos ambientales disponibles que sustenten esa expansión, bajo la premisa que los recursos son finitos y requieren de un freno llegado el momento límite. Una correcta gestión del territorio conlleva a una asimilación de los intereses generales directamente relacionada a las posibilidades territoriales, bajo un cambio de paradigma que ponga en el centro de la discusión la salud ambiental y como consecuencia una política estival fundamentada en no sobrepasar límites claros que se originen en el contrato social de su población estable.
Invertir en infraestructura, como la renovación de caños, más bombas que succionen el raquítico recurso hídrico, perforaciones de napas, etc., no solo no son la solución sino que aumentan el problema.
Como en toda cuenca, los grandes ríos se forman a partir de la calidad y cantidad del bosque nativo existente. Las especies vegetales captan (en sus distintos estados) el agua y lo infiltran a niveles subterráneos. Por eso, nuestras sierras, son “grandes tanques de agua naturales”, que reservan este recurso, y en época de lluvias, el desborde de este reservorio conlleva a que pequeñas vertientes y las nacientes de nuestros ríos “se despierten” y empiecen el ciclo de aporte a los distintos cauces. Desde los pequeños arroyos que nacen silenciosos, que al fluir se incorporan a otros arroyos, unos angostos y escabrosos, otros amplios y tranquilos, así hasta conformar un gran río principal. De manera similar ha sido (y continúa siéndolo) este proceso, en toda nuestra cuenca.
Es en este lugar, el nacimiento del agua, donde se debe invertir para garantizar el recurso. En el saneamiento de nuestra cuenca, garantizando por medio de distintas herramientas para que el monte nativo pueda desarrollarse y realice el ciclo de infiltración, en todos sus niveles, desde el nacimiento en las altas cumbres, pasando por la cuenca media o pampas de altura hasta la parte baja donde se encuentran la mayoría de los asentamientos urbanos.
Para ello, no es suficiente solamente la plantación de especies nativas, sino también el control de especies exóticas o foráneas, la correcta gestión de un plan de manejo del fuego, que en esta época trabaje fuertemente en la prevención, en la legislación para la gestión del territorio y principalmente para una co-gestión de la cuenca con todos los municipios y comunas insertos en la misma.
Porque conforme estos cuerpos de agua van danzando hacia abajo de la montaña, cada uno con sus propias dinámicas, va encontrándose con cada una de las localidades, Cuesta Blanca primero, Villa Río Ycho Cruz, Tala Huasi, Mayu Sumaj, San Antonio de Arredondo y por último Villa Carlos Paz.
El alto costo que hoy se paga a cambio del desborde de las localidades, son fuentes de empleo precarias de cuida coches, limpieza de baños químicos, parqueros y una cadena que se termina al cabo de 20 días con mucha suerte. Lleva a las familias a incorporarse a la economía golondrina depredadora desde hace mucho años, sin una posibilidad de crecimiento real, que les brinde las herramientas de una oferta que ponga en valor un territorio que posee las cualidades culturales, sociales y naturales, para generar una industria del turismo en serio y que deje de ser un negocio fundado en el alojamiento y entretenimiento que deja las manos vacías de los vecinos.
La co-gestión de la cuenca hídrica, no solo es el principio de solución al problema hídrico creciente, sino que es además, reconocer nuestro territorio, habitarlo, asumirlo desde todas las ópticas de la vida diaria, es allí donde están todas las respuestas a las necesidades actuales de la población.
Así como hace cientos de años, este territorio ancestral fundó y sustentó la vida de nuestros pueblos originarios en una integración total de las personas con su entorno, es preciso volver a su encuentro, respetarlo y potenciarlo, como nuestro hogar y el de una variedad maravillosa de especies animales y vegetales que merecen el mismo respeto que las personas.
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