Supersoledad

 Buen día. Hoy, esto es lo importante en la política nacional:



Lo que sigue no es necesariamente un elogio, sino una constatación: Sergio Massa parece estar demasiado solo frente al doble viento de frente que lo remece con violencia, el económico como ministro y el electoral como candidato, sin que se sepa cuál es más duro. Aunque hay que reconocerle garra y contracción al trabajo, ambas cargas surgen antes de una aspiración personal –la presidencia, su obsesión– que de un sentimiento altruista. Sin embargo, con Alberto Fernández terminalmente desdibujado y con Cristina Fernández de Kirchner activa, pero con perfil por ahora subterráneo, ¿no está poniendo él la cara por casi todo el peronismo nacional, excepción hecha, claro, de dirigentes que se juegan su destino en los territorios, como Axel Kicillof y otros y otras postulantes a diversos cargos ejecutivos?

Nunca se sabe hasta qué punto son creaciones silvestres o productos de marketing, pero llama la atención la aparición de ingeniosas cuentas en las redes sociales –por caso, Archivo General Sergio Tomás Massa y Sergio Massa en inteligencia artificial por la Patria– que lo muestran de modo paródicamente heroico. Alguien detecta en esa soledad la posibilidad de construcción de una fortaleza.

Quien sea, detectó que a Javier Milei también hay que darle pelea en ese terreno –en el que el minarquista hasta hace poco casi no tenía disputa– y tiene dos meses para hacerlo.

Solamente dos meses.


Para muestra, un montón de botones

El presidenciable presentó el domingo su plan de alivios contra la devaluación con calculada cadencia y lo justificó como un modo de paliar los efectos de "la devaluación impuesta" por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Otra vez la ambigüedad: la presunta determinación de la reacción oficial es hija de la debilidad de un gobierno obligado a hacer lo que no quería.

 Ese plan también ha nacido con viento de frente. Al silencio inicial del cristinismo se sumaron quejas variadas.

Una vino de los intendentes bonaerenses de la oposición, que dicen no tener fondos para pagar sumas especiales a sus trabajadores y trabajadoras.

Otra, del Círculo Rojo empresarial, que denunció casi en clave paleolibertaria "una imposición del Estado". Parte distinguida de él, el sector agropecuario entonó el rap indignado que esgrime tanto cuando hay medidas como cuando no las hay.

Ese empresariado que dice no tener cómo solventar la parte que le toca del paquete es el mismo que ha recompuesto márgenes de ganancia a lo loco en la pospandemia y que también alega no poder limitar sus remarcaciones al 5% mensual reclamado por el Gobierno. Cabe preguntarse, una vez más, qué rol imaginan para sí esos hombres y mujeres de negocios en lo que se supone que es todavía una sociedad.

En lo político, el gobierno de Mendoza, que pagará las sumas fijas de una sola vez, puso el dedo en un par de llagas. "Es como ir por la senda peatonal y que, de repente, pase un auto en rojo, a 120 kilómetros por hora, y te atropelle. Ahora tenemos que festejar que te presten las muletas", dijo el ministro de Hacienda y Finanzas, Víctor Fayad, quien habló de las medidas como "resultado de una gestión improvisada".

En lo técnico, los economistas discreparon sobre el porte del alivio en un momento en que la inflación se acelera, pero muchos advirtieron sobre los impactos de mediano plazo –¿no de corto?– en el propio Índice de Precios al Consumidor y en la relación con el FMI. En efecto, el esfuerzo fiscal del paquete equivale a una expansión del gasto del 0,5% del PBI, lo que convierte en un misterio el modo en que el Gobierno piensa compensar con ahorros para alcanzar la meta de déficit de 1,9% que acaba de ser ratificada. El Gobierno y el Fondo actúan como las parejas que tienen ojos que no ven.

No sorprendentemente, tanto los tipos de cambio negociados en bolsa como el blue arrancaron la semana al alza.

Fuente: infodolar.com.

Fuente: Rava Bursátil.

Vuelve así la ambivalencia: el alivio es módico dada la situación social imperante, pero a la vez enorme para un fisco terminalmente quebrado, paradoja que se expresó en las PASO en el voto por Milei, encarnado en argentinos y argentinas que claman por recibir un rescate, pero que sienten que el Estado es a esta altura más un estorbo que una oportunidad.


La mano de Brasil

En su hiperactividad, Massa viajó ayer a Brasil, donde se entrevistó con Luiz Inácio Lula da Silva y su homólogo Fernando Haddad. El gobierno del país vecino fue clave, en la decisión del grupo BRICS de potencias emergentes de abrirse a la Argentina y a otros cinco países, logro que el ministro volvió a reivindicar.

En lo comercial, Massa y Haddad anunciaron un acuerdo para financiar compras argentinas a Brasil –el sentido inverso no presenta problemas, claro– con garantías por 600 millones de dólares del Banco do Brasil, del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) y de la Corporación Andina de Fomento (CAF). El precio que paga el país, carente de divisas como está, para mantener en funcionamiento su aparato industrial es la asunción de más deuda. Y la solidaridad de Brasil es, además de eso mismo, un modo de darles aire a sus empresas con intereses de este lado de la frontera.

Antes de esa visita se había hablado mucho de un entendimiento en ciernes para que China financie el comercio entre Brasil y Argentina en yuanes. Para el país vecino, eso implicaría una simple conversión de sus reales a la divisa asiática; para el nuestro, otra vez: más deuda. ¿O acaso no es simplemente deuda el swap que ya financia las importaciones desde China? La desdolarización es una épica que solo resulta creíble en boca de Xi Jinping.

En ese sentido giran algo en el vacío las aclaraciones de Milei y de Patricia Bullrich de que no van a permitir la membresía nacional en los BRICS, como si Pekín no hubiese comprado ya en la Argentina una influencia casi tan grande como la del propio FMI. ¿No podrían cancelar ese ingreso en caso de ganar las elecciones? Claro que podrían, pero deberían asumir el precio de su desdén pagándole a China lo que se le debe.


La improvisación avanza

El armado de La Libertad Avanza (LLA) mete miedo por muchas razones, entre las cuales no hay que minimizar el hecho de que lo que no tiene de casta –a la que se abraza cada día con más desesperación– lo tiene de improvisación

Marcela Pagano, la periodista que ha dado el salto a la política como candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires, patinó feo en el métier que mejor conoce: la comunicación. 

Para defender la idea de que un eventual gobierno de LLA no tendría problemas para asegurarse el respaldo del Congreso, presumió: "Yo creo que Javier ha dado en la tecla en una cosa: los gobernadores se sirven de algo que son las transferencias discrecionales. Al fin y al cabo, plata (…). La van a necesitar. Y esa plata que van a necesitar la firma Javier Milei. Entonces no se crean que no hay acá una suma de equilibrios de fuerza y de poder".

Quienes la entrevistaban en TN se mostraron atónitos ante lo que definieron como "un chantaje". Lo es. Pero hay algo todavía más imperdonable: la torpeza. Milei les avisa a los gobernadores peronistas y juntistas que pretende domarlos con un rebenque, dándole a más de uno un incentivo para mover las nalgas en una medida mucho mayor que en las PASO.

Por momentos pareciera que el proyecto paleolibertario es algo así como una reunión de consorcio en la que un puñado de participantes se va cebando hasta convencerse de que son luminarias capaces de gobernar un país en grave crisis. Preocupante.


Pato de la boda…

…es lo que no quiere ser Patricia Bullrich, quien pretende instalarse en el centro del ring. Para eso cerró la incorporación de Carlos Melconian como vocero y ministro de Economía ad referendum de lo que digan las urnas. Mientras se ilusiona con festejos en los comicios locales de Santa Fe, Chaco y Mendoza, trata de contener las inquietudes radicales y romper con la temida polarización Milei-Massa.



Letra P

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