El presidenciable presentó el domingo su plan de alivios contra la devaluación con calculada cadencia y lo justificó como un modo de paliar los efectos de "la devaluación impuesta" por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Otra vez la ambigüedad: la presunta determinación de la reacción oficial es hija de la debilidad de un gobierno obligado a hacer lo que no quería. Ese plan también ha nacido con viento de frente. Al silencio inicial del cristinismo se sumaron quejas variadas. Una vino de los intendentes bonaerenses de la oposición, que dicen no tener fondos para pagar sumas especiales a sus trabajadores y trabajadoras. Otra, del Círculo Rojo empresarial, que denunció casi en clave paleolibertaria "una imposición del Estado". Parte distinguida de él, el sector agropecuario entonó el rap indignado que esgrime tanto cuando hay medidas como cuando no las hay. Ese empresariado que dice no tener cómo solventar la parte que le toca del paquete es el mismo que ha recompuesto márgenes de ganancia a lo loco en la pospandemia y que también alega no poder limitar sus remarcaciones al 5% mensual reclamado por el Gobierno. Cabe preguntarse, una vez más, qué rol imaginan para sí esos hombres y mujeres de negocios en lo que se supone que es todavía una sociedad. En lo político, el gobierno de Mendoza, que pagará las sumas fijas de una sola vez, puso el dedo en un par de llagas. "Es como ir por la senda peatonal y que, de repente, pase un auto en rojo, a 120 kilómetros por hora, y te atropelle. Ahora tenemos que festejar que te presten las muletas", dijo el ministro de Hacienda y Finanzas, Víctor Fayad, quien habló de las medidas como "resultado de una gestión improvisada". En lo técnico, los economistas discreparon sobre el porte del alivio en un momento en que la inflación se acelera, pero muchos advirtieron sobre los impactos de mediano plazo –¿no de corto?– en el propio Índice de Precios al Consumidor y en la relación con el FMI. En efecto, el esfuerzo fiscal del paquete equivale a una expansión del gasto del 0,5% del PBI, lo que convierte en un misterio el modo en que el Gobierno piensa compensar con ahorros para alcanzar la meta de déficit de 1,9% que acaba de ser ratificada. El Gobierno y el Fondo actúan como las parejas que tienen ojos que no ven. No sorprendentemente, tanto los tipos de cambio negociados en bolsa como el blue arrancaron la semana al alza. |
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