La hora de la verdad para Massa
Comenzó abril y a Sergio Massa se le termina el tiempo para seguir persiguiendo –con intención evidente y palabras distractivas– la candidatura para lo que es el sueño de su vida: la Presidencia de la Nación. Este mes, había prometido, la inflación debía caer por debajo del 4%, lo que con toda probabilidad no ocurrirá. Así, solo mantiene la expectativa sobre su posible postulación la orfandad extrema del Frente de Todos, esto es la falta de alternativas competitivas, algo que lleva al oficialismo a mirar con creciente preocupación el auto de Javier Milei por el espejo retrovisor. ¿Le bastaría a Massa un abril menos dañino en materia de precios? Ahora, cuando se supone que La Cámpora lo descarta y busca alernativas, ¿hay, acaso, un subterfugio más, una opción equivalente a quemar las naves… y que sea lo que Dios quiera?
La hay –en teoría– y consiste en que, si llegan datos algo más favorables a partir de este mes –aunque no sean los prometidos–, el ministro de Economía se decida a competir con garantías mucho más precarias que las que soñaba allá por noviembre, cuando el IPC parecía seguir la trayectoria descendente que él mismo había diseñado en base a diversos acuerdos de precios. Si lo que le falta es tiempo para mostrar resultados, decidirse a competir en las PASO podría permitirle una espera mayor, hasta la votación de agosto o, incluso, la de octubre para poder decir que sí, que finalmente, la inflación empieza a darles tregua a las argentinas y los argentinos.
Claro que semejante decisión implicaría, por un lado, declinar la exigencia de ser el candidato de consenso del panperonismo; si eso ocurriera, solo sería por la falta de alternativas señalada más arriba. Además, ¿qué sería de Todos si el índice de precios no terminara de mostrar nada que aliente, ni siquiera extendiendo la tolerancia hasta el tercer trimestre? En ese caso, la alianza –todavía– oficialista entendería que ha emprendido un viaje de ida y quemado todas sus naves en el puerto.
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