El truco de la grieta


El truco es tener todos los días una controversia que nunca refiera al problema de fondo. La observación de la rosca política argentina arroja como resultado lo siguiente: nadie tiene la más pálida idea de cómo se arregla el país y todos están haciendo la plancha.

Fíjese el atento lector, haga memoria sobre los los últimos años. ¿Qué es lo que recuerda? Una situación económica y social deteriorándose constantemente mientras los dirigentes polemizan entre ellos sobre cuestiones laterales.

¿Ud. cree que eso es accidental? Pues no lo es.

Veamos, supongamos que de esta polémica actual resulta que efectivamente Patricia Bullrich le tiró un muerto a Berni y al gobierno del Kicillof. Supongamos que eso queda demostrado más allá de cualquier duda.

Ahora supongamos todo lo radicalmente opuesto, digamos que queda demostrado que Bullrich no tiene nada que ver, que no hubo operación del PRO y ni siquiera hubo fogoneo en la agresión a Berni.

¿Qué cambia, en cualquiera de los dos escenarios, el statu quo económico y social del país? Nada, va a seguir todo igual aunque Patricia Bullrich termine en cana o crucificada en plaza pública. Y lo mismo si el que termina en cana o crucificado es Berni.

¿Se ve? La agenda es la agenda, el problema del pueblo y de la patria es otro. ¿Qué gana Ud. Si Bullrich le gana a Berni o si Berni le gana a Bullrich?

El nombre de eso es factoide, una categoría sobre la que hemos hablado aquí mismo hace ya mucho tiempo. Un factoide es algo que se parece a un hecho sin llegar a serlo y que, lo más importante, ocupa la agenda del debate público sin que el resultado de su discusión —sea el que fuere— mueva la aguja en lo que realmente importa para la gente.

Lamentablemente funciona y va a seguir funcionando porque en general nos gusta más discutir que exigirles a los dirigentes la resolución de los problemas. Creemos que en el debate de la agenda estamos haciendo política.

Pero no hay nada más antipolítico que la agenda, no hay nada más reaccionario que enroscarse con el supuesto enemigo ideológico en discusiones que no conducen a la resolución de ningún problema social y económico.

La grieta es nuestro ethos y ellos lo saben. La grieta somos nosotros mismos, nos encanta pelear con el de al lado mientras el de arriba sigue cómodo en la inacción y el país se hunde.

Mañana habrá una nueva controversia para que sigamos matándonos entre nosotros por opinión particular, nadie va a recordar ya a Berni ni a Bullrich y la patria seguirá su curso hacia la descomposición. Todos los días sale el sol igual.

LBC

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